Curaduría: Carolina Baulo.
Locación: Palacio de las agua corrientes, Buenos Aires.
Vapor transmite, desde el primer segundo que ingresas a la muestra, una sensación de paz y fragilidad que te abraza y te da la bienvenida. En primera instancia, debo aplaudir el uso del vidrio como materia prima en la exposición. No es un secreto la complejidad del manejo de este material, y la artista ha logrado plasmar su arte de manera impresionante. Mis piezas favoritas en esta ocasión, sin duda alguna, fueron los rostros impresos en el vidrio (por llamarlos de alguna manera). También destaco el trabajo de ensamblado de las piezas mecánicas, donde el ingenio se hace presente.
Adentrándonos en lo místico y energético, la muestra refleja la fragilidad del ser humano desde una perspectiva interna. Explora la relación con el autoconocimiento y el uso del tiempo en cada acción que realizamos a lo largo de la vida, los pasos que damos al tomar decisiones sin conocer los resultados. Además, critica la relación con el entorno natural e industrial, poniendo en evidencia tanto los aspectos positivos como los negativos.
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